domingo, 30 de noviembre de 2014

José María Pemán: El Séneca y la zarza lobera.



"Parecía un grupo escultórico, de un naturismo primitivo, entre franciscano y mitológico, el que formaba el Séneca, acariciando materialmente a su galgo "Cigüeño", echado sobre sus rodillas. Cigüeño tenía su cabeza larga y achatada de serpiente, manchada de canela, apoyada suavemente sobre el hombro del Séneca: y entornando sus ojos tristes, parecía querer indicar que se enteraba de cuanto su amo le decía.
-¿Qué haces, Séneca?
-Consuelo al Cigüeño, don José. Lo matriculé este año, como todos, en las carreras de liebres... Y ahí lo tiene usted: él, cargado de victorias, ha sido descalificado. Es su jubilación.
-¿Una injusticia?
-No; justicia pura. Corría en el llano de "La Ina". Usted sabe que en él, rompiendo la igualdad de la gran sábana verde de tréboles y gramilla, hay un solo mechón más alto, formado por unos escaramujos y una zarza lobera. Cuando las liebres se han visto acosadas por los galgos en varias direcciones sin caer en sus dientes, acaban siempre refugiándose en esa trinchera de ramas y púas que les sirve de "perdedero". Muchas se han salvado allí... El Cigüeño ha corrido demasiadas veces en ese llano. Cuando le soltaron hoy, para la prueba, mientras sus compañeros se disparaban tras la liebre, el Cigüeño se fué con un trotecillo casi sonriente, y, desentendiéndose de la carrera, se plantó a la vera de la zarza. Allí esperó a pie quieto. Créame usted, don José, que  me pareció que se sonreía con su larga boca negra del diablo. A los pocos minutos, la liebre llegó a refugiarse en la trinchera. La cazó de un salto. Momentos después, el señor marqués, que era juez de la carrera, lo descalificaba con lágrimas en los ojos. Me lo trajo con pena, y me decía:
-Se trataba, amigo Séneca, de ser ligero, no de ser listo.
-Y ¿crees que tenía razón? ¿Llegar a tanta sabiduría no es más maravilloso que llegar a tanta velocidad?
-No lo crea don José. En las liebres como en la vida, hay que estar a las reglas del juego. También son maravillosos los ángeles. Pero no servirían para jugar una partida de tute, adivinando ellos cada carta que iba a salir... Todas las cosas tienen su "perdedero", su zarza lobera: las mujeres, los negocios, la política... Todo tiene su trampa, su punto de vulgar emboscada, donde la cosa se alcanza sin esfuerzo. Pero esto no debe saberse. Cuando ya se sabe, viene la Muerte, nos descalifica y nos saca de la carrera: para que no hagamos una competencia demasiado desleal a los enamorados, a los trabajadores, a los sencillos; a los que corren, derecho, por el llano detrás de la liebre.
...
El Cigüeño levantaba hacia su amo sus ojos metálicos.
-Él me escucha. Sabe que no le deshonro. Estar sobre el juego es un modo glorioso de terminar la carrera. Así la terminaron casi todos los grandes hombres. Así la terminó también aquel caballo del marqués: el "Agüelito". Al cabo de muchas carreras en el hipódromo, se negó un día, en absoluto, a salir. Había entendido que se trataba en definitiva, de correr para llegar a aquel mismo sitio. Y optó por quedarse allí desde el primer momento; como diciendo: "ya estoy". No logró convencer a sus jueces: y le descalificaron. Es natural: ni la vida ni las carreras pueden subsistir si le quitamos su fundamental, maravillosa y ciega estupidez. ¿Qué sería del progreso si se difundiera demasiado ese secreto andaluz, que sabe que como se trabaja para poder descansar, no deja de ser razonable empezar por el final, o sea el descanso?
...
Besó los hocicos, largos y húmedos, de su galgo. Terminó:
-Porque no hay sitio en el juego -¿verdad Cigüeño?- para los que conocemos el secreto de la zarza lobera."
Diario ABC, "El Séneca y la zarza lobera" 08.01.1946

5 comentarios:

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  3. Tan grande y tan olvidado este literato que se desdoblaba tan singularmente en sus moralejas.
    Soberbio en el articulo corto,con la paja más que justa,siempre me agrado y aprendimos con él algo más que
    literatura.
    Sé que el tristisimo ámbito politítico de hoy se cargo a este periodista en aras de la cortesía hitórica.

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  4. Tan grande y tan olvidado este literato que se desdoblaba tan singularmente en sus moralejas.
    Soberbio en el articulo corto,con la paja más que justa,siempre me agrado y aprendimos con él algo más que
    literatura.
    Sé que el tristisimo ámbito politítico de hoy se cargo a este periodista en aras de la cortesía hitórica.

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  5. Este artículo, o un resumen de él, figuraba como lectura en mi libro de lengua y literatura alrededor de 1970. Siempre me gustó su moraleja, y lo he citado en numerosas veces en conversaciones.. Hoy ha sido una de ellas y se me ha ocurrido buscarlo en internet. Muchas gracias por compartirlo, ha sido un placer releerlo.

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