domingo, 30 de noviembre de 2014

Edgar Neville: Absurdo paseo a hombros de un torero por Madrid



Edgar Neville , fue escritor, autor de teatro, director de cine y pintor.
Junto con Tono, Antonio Mingote y Mihura escribió en la revista de humor "La Codorniz". Destaca su obra de teatro "El baile" que se mantuvo siete años en cartel. Como director de cine se recuerdan sus películas de cine negro,  "La torre de los siete jorobados" (1944) y "El crimen de la calle Bordadores" (1946).
En este artículo de 1948, describe desde el absurdo, el paseo a hombros de un torero por las calles desiertas de un Madrid de tranvías, con la figura al fondo del niño, ajeno a la ridiculez de la situación.

"Entre tantas entrevistas y reportajes como se publican por ahí, no aparece ninguno en que el entrevistado sea uno de los que se dedican a sacar en hombros de la plaza a los toreros triunfadores. Nada sabemos de estos entusiastas prácticos, de estos vestales supremos de la gloria taurina; desconocemos su sueldo si es que lo tienen, ni si están colegiados o no.
...
Es bonito de llevar a un artista en triunfo por la calle y es cosa que debiera hacerse más y no limitarse a los toreros; la ciudad se llenaría de alegría y entusiasmo si hubiera numerosos grupos circulando con un artista encima, y el cruce de éstos tendría una solemnidad indudable.
"¡Adiós, don Ramón!", diría el torero a hombros, al cruzarse con el eminente polígrafo que trasladaban a hombros también, desde la Academia hasta su casa. "¡Adiós, muchacho! contestaría él, y los que sustentasen a las dos eminencias se saludarían quitándose el sombrero.
Pero lo que sin duda debe tener su técnica especial es el saber ser llevado en hombros, pues no es tan fácil como parece, sobre todo si el torero vive lejos. Al principio todo va bien porque un grupo numeroso sigue a los portadores del torero dando vivas, pero luego ya se sabe lo que pasa, al llegar a Manuel Becerra, lo que viven por la Guindalera se separan del grupo y éste sigue calle de Alcalá abajo hasta que uno propone: "Vamos por Ayala que no hay tranvías", y allá te va el torero Ayala abajo.
Además, a medida que se van alejando de la plaza van entrando en zonas más frías al entusiasmo taurino en calles en que ni siquiera sabían que aquel día había toros... Además el grupo se va desintegrando cada vez más; unos porque vivían detrás del Retiro; otros, porque iban a llegar demasiado tarde al cine; otros, porque, cansados, deciden quedarse a tomar una cerveza en Príncipe de Vergara; total que llega un momento en que sólo va el torero, los dos que le sostienen y un niño que ni toma cerveza ni va al cine, pero que tampoco va a los toros ni sabe por qué llevan a hombros a un señor vestido así.
...
- ¿Vive usted muy lejos?- pregunta por fin uno de los portadores.
- Aún queda un trozo. Vivo en Luchana, pero si se cansan pueden dejarme en un taxi.
-Sí, cualquiera encuentra uno a estas horas.
-Pero podríamos refrescar un poquito -dice el torero, que sabe lo que es el rumbo.
-Eso sí. Vamos a tomar una cañita en este bar- y el trío, seguido por el niño, se sienta a tomar una cervecita fresquita y unas gambas en una terraza.
...
Y se lo vuelven a cargar y salen calle abajo gritando "¡Viva!", y seguidos por el niño, que se está haciendo una idea rara de la vida."
Diario ABC, "Gloria taurina" 26.05.1948"

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