domingo, 7 de diciembre de 2014

José María Pemán: El Séneca y los turistas (que venían de Marruecos)



"No advirtió que me acercaba a él; tan enfrascado andaba leyendo, al través de cristal único de sus gafas un librito de pasta colorada. Se lo quité de un cariñoso manotazo. Era un "Método de aprender francés en un mes".
-Pero Séneca...
-¿Qué quiere usted don José?... Mi rancho -ya usted lo ve- está a la vera de la carretera, y en la carretera apenas se habla español. Uno tiene que saber responder, para no dejar mal a la tierra.
-¿Mucho turista?
-Muchos. Tan parecidos unos a otros que yo, al principio, creía que eran siempre los mismos. Y como siempre me hacían las mismas preguntas, y pensaba: ¡qué tíos más despistados! Hasta que me di cuenta que eran distintos, por las marcas de los automóviles... Como aquí cerca hay una desviación de caminos, todos empezaban por preguntarme por dónde seguían a Sevilla. No es que haya un marcador. Hay un poste con un cartel que dice: "Sevilla", con una flecha al pie. Pero no contaron, don José, con los vientos de esta tierra. Obras Públicas creyó poner un cartel y puso una veleta. Los días de norte, Sevilla está por un lado; los días de sur, por otro. Y los días de levante rabioso, está por todas partes en redonda.
-¿Y has aprendido a orientarlos?
-Sí, señor. No es que esto de aprender en un mes que dice el librito haya de tomarlo muy en serio. Estos meses se renuevan siempre, como las letras de cambio. Pero, en fin, con las manos basta para decir por dónde hay que tirar para Sevilla. Dejo bien a la Patria... La cosa es que no se contentan con eso. Como casi todos vienen del Marruecos francés y han entrado la misma mañana, por Algeciras, caen sobre mí con hambre de "color", de "carácter". Porque yo soy el primer indígena que encuentran. Que yo sé, don José, que esto de "indígena" se puede decir sin ofensa y sin tener nada que ver con indios. Me comen a preguntas. Todo les interesa. Sobre todo las vacas...
-¿Pero tú tienes vacas bravas?
-¡Cá, don José!... Vacas de leche. Pero ellos vienen tan ciegos de tarjeta postal que no les ven la fábrica "Nestlé", que las mías, a Dios gracias, la tienen bien cumplida. Se creen que son ya toros bravos y me empiezan a preguntar. Uno tiene conciencia de su deber de primer indígena de la carretera: algo así como conserje de hotel. Y aquí de mis apuros y de ver lo poco que sirve el librito. Porque si me preguntaran dónde está el restorán, a qué hora sale el tren o si yo tenía el paraguas de mi tío. yo, con el librito, quedaba como  los ángeles. Pero lo que quieren saber lo más nuestro e intraducible. ¿Quién les dice en francés que aquella vaca es "corniveleta" y aquella otra "jabonera" o "chorreada"? Nada de eso viene en el librito. En el librito no viene más que hotel, garaje, chófer, menú... ¡Total: palabras españolas!.
...
-... El dinero en todo el mundo, ha variado de manos, y el turismo, en consecuencia, de estilo. Ya no son aquellos señorones ingleses o millonarios americanos, que se llevaban mantones caros y a veces hasta la señorita que los lucía encima. Ahora suelen ser vacaciones de funcionarios con días justos y dinero al céntimo. Turistas de "ómnibus", con "todo pagado", que quiere decir que pagan lo menos posible.  Hay quien hasta duerme en los coches; y las cunetas de las carreteras, son ahora, verdaderos restoranes. Se los encuentra uno allí, comiendo unas latas de conserva y unos huevos duros o tortilla, que ellos llaman "omelettes", y que yo estoy seguro que las traen hechas y distribuidas para los veinte días de permiso desde Casablanca. El turismo ahora avanza sobre el mundo, como un ejército de ocupación, con la intendencia a cuestas... De todos modos, dinero sí dejan. Sobre todo en las tiendas de trajes y telas. Esto dicen que, por esas magias de los dineros que uno no entiende, le sale a ellos muy barato (Si yo, con el librito, consigo hablar a gusto, voy a ver si me hago pasar por francés en la tienda de ropas, porque a mí me salen muy caras). Pero ellos, esto es seguro, vienen buscando telas. No hay más que ver los pantalones que traen ellos y ellas. Desde medio muslo para abajo vienen a buscar la tela a España.
-Entiendo, Séneca...
...
-Por lo demás. don José, es bueno tratar con el mundo. Todo anda igual. Nosotros nos enfadamos a veces por los muchos papeles que es preciso ahora hacer para llevar una tierrecita. A mis vacas, por ejemplo, yo les llevo sacados más papeles que si fueran a matricularse para el bachillerato. Yo sé que les duele. Ellas tienen su honorcillo y me miran con sus ojos suaves, como diciendo: "Si no hemos sido malas." Porque parecen que las fueran a procesar. Pero uno se consuela: no lo parece menos cuando cualquier vigilante, en motocicleta, se acerca a los turistas. Empiezan ellos a sacar papeles, carpetitas, volantes. Yo acaricio a mis vacas y les digo:  "Ya ven ustedes niñas... ¡ellos también!"."
Diario ABC DE SEVILLA, "El Séneca y los turistas", 20.05.1951

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